PROG REVIEW: SPOCK’s BEARD – Snow (2002)

PROG REVIEW: SPOCK’s BEARD – Snow (2002)

Para principios de la década de 2000, Spock’s Beard ya era una gran fuerza reconocida dentro de la comunidad del ProgRock, siempre manteniendo un bajo perfil que los hacía escapar de las primeras planas donde gigantes como Dream Theater jugaban en terreno seguro. Con una consistente discografía y el talento de los más grandes como motor compositivo, pocos sabrían que ‘Snow’ sería el último disco de Spock’s Beard junto a su mente maestra Neal Morse, quien dejaría la banda inmediatamente después del lanzamiento para perseguir sus intereses cristianos que bien conocemos. Pero antes de que llegue ese momento en donde los caminos se bifurcarían, vería la luz uno de los discos más recordados y queridos del quinteto americano, y el que pasaría a ser su disco más exitoso.

¿Cómo abordar entonces el análisis de una obra tan gigantesca? Decidí adoptar un enfoque diferente para esta reseña, y la inspiración vino nada menos que de la propia experiencia personal del maestro en el momento de su composición. Déjenme hacer un poco de historia para que vean por donde viene esto: en Setiembre de 2001, los miembros de Spock’s Beard se encontraban en Los Angeles repasando demos e ideas de Neal Morse para lo que se convertiría luego en ‘Snow’. Si bien tenían más de una hora de material, el disco aún se sentía incompleto, por lo que la necesidad de transformarlo en un álbum doble y conceptual resonaba cada vez más fuerte. Pero aún faltaba darle forma a toda la historia y la estructura y ahí es cuando la banda sintió un bloqueo y empezaron las frustraciones.

Desanimado, Neal decidió volver a Nashville y continuar el proceso desde allí. Esa mañana camino al aeropuerto, la noticia explotó: dos aviones chocaron contra las Torres Gemelas y una nación entera estaba paralizada. Era 11 de Setiembre de 2001 y Neal Morse se enteraba junto con el resto del país que todos los vuelos estaban cancelados. Entre la confusión y la desolación, Neal sintió en su corazón que debía estar en su hogar con su familia, por lo que tomó la alocada decisión de manejar desde Los Angeles a Nashville (más de 3000 kilómetros por la ruta) para poder reencontrarse con su gente. Este viaje de retorno por la carretera que duraría días enteros se convertiría en la pieza faltante para darle vida a ‘Snow’, con la inspiración del largo viaje las ideas comenzaron a rondar por su mente y el disco fue tomando forma de la manera más inusual. Para cuando Neal llegó a Nashville, todo estaba ordenado en su cabeza para comenzar a construir ese álbum doble y conceptual que tanto anhelaban, y que pasaría a ser una obra maestra.

El enorme trayecto que recorrió Neal desde Los Angeles hasta Nashville

Hace unos días me tocó hacer un viaje de varias horas por la carretera y allí fue cuando se me prendió la lamparita: ¿porqué no escuchar completo ‘Snow’ durante este viaje, replicando el sentimiento y las ideas que Neal Morse tuvo en su propia travesía? Los paralelos eran increíbles, y así como Neal sintió el llamado de una fuerza mayor para realizar este viaje, algo me decía que evaluar este disco de esta forma iba a ser una experiencia muy especial, y vaya que si lo fue. Desenvolver esa historia y ese álbum tan peculiar mientras cruzaba por enormes espacios verdes y observaba los campos, las vacas y los caballos pastando, pequeñas ciudades y pueblos, arroyos y lagos y eternos bosques extendiéndose hasta el horizonte resultó ser el mejor escenario para reencontrarme con uno de los mejores discos de ProgRock de los últimos 20 años.

Y la experiencia no pudo haber sido más enriquecedora, el escenario perfecto para desentrañar esta historia tan especial acompañada de la banda sonora que definiría un momento único en la música. Esta sería la primera vez que veríamos este concepto que luego sería tan familiar en discos de Neal Morse: la historia de un personaje peculiar que está lidiando con muchos demonios y necesita un viaje de purificación, una “journey” para reflexionar y determinar el curso de su vida, todo esto contado en forma de álbum doble y conceptual. Si les suena familiar todo esto, es porque el maestro repetiría esta estructura un año después con Testimony (2003), donde el personaje del relato no sería otro que él mismo, y mucho después también con The Similitude of a Dream (2016) y The Great Adventure (2019), contando las historias del peregrino y su hijo, respectivamente. ‘Snow’ cuenta la historia del personaje que da título al disco y su cruzada por entender el vasto mundo que nos rodea.

Mientras la ruta se hacia infinita y el cuentakilómetros marcaba más de 100, la clásica ‘Overture’ nos mostraba todo el showcase musical que estas bestias son capaces de ofrecer y nos damos cuenta que estamos ante otra obra gigantesca con eternos desarrollos. Hay muchísimos clásicos en este disco que pasarían a la historia por todo lo que significaron. No vamos a hacer una reseña tema por tema porque esto merece ser evaluado como una historia completa, pero si podemos resaltar los highlights como ‘Stranger in a Strange Land’ un pop progresivo sumamente ganchero, la ‘quirkyness’ de ‘Long Time Sufferning’ y su oda al ProgRock setentoso y experimental con estrofas y estribillos rockeros que se te pegan al instante, o ese himno estruendoso y potente que es ‘Devil’s Got My Throat’ , una piña en el mentón que nos sacude y me hace querer ponerme a saltar adentro del auto. Pero digamos que no puedo, así que lo más cercano que puedo hacer es golpear el volante y el tablero mientras los temas se suceden a todo volumen y la carretera se convierte en el mejor local de conciertos.

Otra característica que destaca en este álbum, es la hermosa colección de baladas que nos ofrece. El songwriting de Neal Morse supera cotas de brillantez cuando escuchamos clásicos como ‘Open Wide the Flood Gates’ y su calidez que nos abraza, la hermosa ‘Carie’ que le deja el protagonismo vocal al baterista Nick D’Virgilio y nos eriza la piel con una interpretación histórica, la ominosa y atmosférica ‘I Will Go’ que funciona como prefacio para esas poderosas baladas religiosas que el maestro incorporaría en su carrera en solitario, con un estribillo gritado a mil voces que nos llena de una energía suprema. Y no nos olvidemos del clásico indiscutido ‘Wind at my Back’, la canción que en un mundo justo sonaría en todas las radios y ganaría todos los premios, el single comercial perfecto, tan bien escrito y estructurado que no nos importa que repita su melodía varias veces en el álbum: nos hace aplaudir, cantar al unísono, mover la cabeza y los pies, es el ejemplo perfecto de una canción redonda y atemporal. Veo los pájaros atravesar la ruta mientras paso por un enorme puente con el mar bajo mis pies y voy gritando “you are the wind at my back” a los cuatro vientos, valga la redundancia.

Podría seguir resaltando momentos puntuales de este álbum, pero es un viaje que todos deben descubrir por sí mismos, escuchando una y otra vez para detectar sutilezas, premoniciones y reprises. La última parte del segundo disco, por ejemplo, está llena de reinterpretaciones de melodías anteriores pero que agarran un nuevo significado llegando al clímax de la historia. Neal Morse es experto en construir estos largos prefacios musicales que explotan en un cóctel de emociones. Sutilmente nos va preparando con melodías, estribillos y riffs hasta que llegamos a este momento y ya conocemos los versos como para sentirnos tocados por ellos, llegando a otra magnitud en el impacto emocional. Ah, y ‘I’m the Guy’ es una obra maestra de la atmósfera macabra guiada por un piano solemne y una interpretación de Neal que nos deja perplejos. No podía dejar de destacarla.

Inevitablemente la época en la que vivimos no nos permite escuchar y evaluar un disco de la forma óptima. Siempre estamos en nuestra computadora, en nuestro celular, haciendo cosas en la casa, acaparando tareas, leyendo artículos. No nos tomamos el tiempo para digerir realmente una obra. La experiencia en la ruta me dio la inyección que necesitaba para analizar este disco como es debido. Solo yo, cuatro ruedas en movimiento, kilómetros de naturaleza y ‘Snow’ sonando a todo volumen. Haber tomado la decisión de evaluarlo de esa forma, trazando una línea directa entre la experiencia del maestro al componerlo, me dio una nueva visión de cómo debe ser digerida la música. Desde el alma y rodeado de momentos que te marquen, que te hagan recordar donde estuviste cuando sonó tal canción, qué estaba pasando a tu alrededor. Este álbum marcaría un claro punto de inflexión en la carrera de Spock’s Beard, que pasarían a una etapa relegada y bastante olvidada, hasta volver con mucha fuerza con la década de 2010 ya bien entrada. ‘Snow’ es un disco fundamental y adelantado a su tiempo, es la ópera prima de una de las bandas más fundamentales del revival noventero del ProgRock. Si quieres un consejo: agarrá tu auto, busca tranquilidad, maneja por horas y encuéntrate a ti mismo en un estado de relajación y éxtasis. Luego aprieta play y me cuentas.

Lanzamiento: 27-08-2002
Sello: Metal Blade Records

Calificación: 9.5 / 10

CD 1 (56:23):
1. Made Alive / Overture (5:32)
2. Stranger In A Strange Land (4:29)
3. Long Time Suffering (6:03)
4. Welcome To NYC (3:32)
5. Love Beyond Words (3:24)
6. The 39th Street Blues (I’m Sick) (4:05)
7. Devil’s Got My Throat (7:17)
8. Open Wide The Flood Gates (6:14)
9. Open The Gates Part 2 (3:02)
10. Solitary Soul (7:33)
11. Wind At My Back (5:12)

CD 2 (58:09) :
12. Second Overture (3:47)
13. 2. 4th Of July (3:11)
14. 3. I’m The Guy (4:48)
15. 4. Reflection (2:49)
16. 5. Carie (3:06)
17. 6. Looking For Answers (5:17)
18. 7. Freak Boy (2:12)
19. 8. All Is Vanity (4:35)
20. 9. I’m Dying (5:09)
21. Freak Boy Part 2 (3:01)
22. Devil’s Got My Throat Revisited (1:55)
23. Snow’s Night Out (2:04)
24. Ladies And Gentleman, Mr. Ryo Okumoto On The Keyboards (2:40)
25. I Will Go (5:08)
26. Made Alive / Wind At My Back (8:27)

Album Review: Alejandro Melgar – Colaboración con Nación Progresiva

Gerardo
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